¿Cómo luce hoy el elenco de la película “Perversa luna de hiel”, 25 años después?

El reputado cineasta polaco Roman Polanski, responsable de verdaderos clásicos del cine como “El bebé de Rosemary”, “Chinatown” y “El Pianista”, estrenó en 1992 una de las mejores cintas de su alabada filmografía: “Bitter moon”, que sería conocida en nuestro país y en Hispanoamérica como “Perversa luna de hiel”, “Luna amarga” o “Lunas de hiel”.

La cinta, un oscuro drama erótico salpicado de gotas de humor negro, y basado en la novela “Lunes de Fiel” (1981) del escritor Pascal Bruckner, partía mostrando a Nigel (Hugh Grant) y Fiona Dobson (Kristin Scott Thomas), un convencional matrimonio británico que celebraba su séptimo aniversario de bodas viajando a bordo de un crucero rumbo a la India, intentando reavivar la llama de su amor. Mientras Nigel era un aburrido y simplón profesional que se negaba a tener hijos, Fiona era una bella pero reprimida mujer que anhelaba sentir emociones nuevas.

En el barco, ambos conocían a la atractiva y desinhibida Mimi (Emmanuelle Seigner), una joven y voluptuosa bailarina francesa, y a su cínico y lenguaraz marido, Oscar (Peter Coyote), un norteamericano que, tras intentar ser escritor, ahora estaba inválido en una silla de ruedas.

Durante el viaje Nigel comenzaba a sentirse atraído por Mimi, y Oscar, que se daba cuenta, le proponía que intentara seducirla, pero no sin antes confiarle la turbulenta historia de su amor con Mimi en su departamento de París y todos los secretos de su morbosa vida sexual antes de sufrir el accidente que lo había dejado paralítico. Durante la travesía, Nigel y Fiona, a su pesar terminaban observando y participando de una historia que iba a cambiar sus vidas para siempre, pues, al final, en una fiesta de Año Nuevo a bordo del crucero, los cuatro personajes terminaban involucrándose en un desenlace inesperado y trágico.

La cinta, que fue calificada por la crítica de la época como “interesante, sorprendente de principio a fin”, ya que “la historia atrae tanto como repugna: otra del universo oscuro y tétrico de Polanski”, todavía es recordada, más que por sus logradas secuencias eróticas, por su retorcido argumento y su honestidad brutal y agobiante. Tras un ensoñador comienzo en apariencia romántico, la cinta comenzaba a mostrar, sin la menor sutileza, la progresiva degeneración del amor entre Oscar y Mimi, en una historia que era en realidad el descenso a los infiernos de dos personas que alguna vez se amaron.

El peso dramático del argumento de “Perversa Luna de Hiel”, se lo llevaba, por cierto, el cínico y decadente personaje de Oscar (una suerte de alter ego de Polanski), el envilecido y postrado escritor frustrado interpretado memorablemente por el actor Peter Coyote, quien desde su silla de ruedas relataba esa gran novela que nunca había podido escribir -la de su vida-, pero que por lo menos había vivido en carne propia como protagonista. El escritor fracasado cogía así al incauto Hugh Grant en el mejor escenario posible, un crucero, para relatarle la historia de su naufragio personal y existencial.

“Eres el oyente que estaba esperando. Mimi puede ser tuya, con mi bendición, pero con una condición: Escuchas toda mi historia”, le dice Oscar al ingenuo Nigel. Con esta frase y a través de un acertado uso del flashback cinematográfico, nos enterábamos de la historia de Oscar y su mujer en París. Mimi era una bailarina que trabajaba como camarera y Oscar un vividor con aspiraciones de escritor. Mientras que su romance se forjaba de un modo convencional, de pronto la rutina y el aburrimiento daban paso progresivamente a la experimentación sexual y afectiva, y los sucesivos rituales eróticos se iban haciendo cada vez más insuficientes, hasta que la implicación en el dolor, la pasión y la decadencia era tan profunda, que la perdición moral de los personajes comenzaba a llegar a su cota máxima.

A partir de entonces las relaciones entre Oscar y Nigel, quienes se reunían en el camarote del primero para que éste relatara con lujo de detalles su escabrosa historia, se iban volviendo cada vez más peligrosas, mientras que Oscar y su esposa Mimi se debatían entre una misteriosa relación de amor y odio. El ingenuo Nigel, por su parte, comenzaba a albergar en su interior un sentimiento entre el rechazo y la fascinación, y pese a que se mostraba escandalizado, volvía una y otra vez al camarote de Oscar para seguir escuchando su oscura historia, involucrándose cada más con el decadente paralítico y su esposa, acabando por introducir también a su mujer Fiona y haciendo peligrar su matrimonio. Fiona, en tanto, que sospechaba la atracción de Nigel por Mimi, amenazaba a su marido con un contundente: “Ten cuidado. Cualquier cosa que hagas yo la puedo hacer mejor”, cosa que demostraba con creces en el recordado final de la cinta. Los cuatro protagonistas, finalmente, llegaban a un punto en el que ya no había vuelta atrás, mientras la destrucción seguía imparable su curso hasta el inevitable y amargo final, cruel, sórdido y moralizante.

La crudeza con la que Polanski mostraba con maestría la corrosiva desintegración de una relación amorosa se condensaba sobre todo en su escena final, cuando Oscar, después de matar a Mimi de un disparo, que yacía desnuda con Fiona en la cama después de hacer el amor con ella, y antes de pegarse un balazo en la boca, le dice a su esposa, a modo de postrera confesión y despedida: “Nena, fuimos demasiado ambiciosos”. Un final consecuente con una retorcida historia de una venenosa relación amor-odio, como no se volvió a ver nunca más en la pantalla grande.

Según Polanski, esta se trata de una de sus cintas más personales, por lo que no sorprendió que el realizador polaco las oficiara no sólo de director, sino que también de guionista y productor, sin mencionar que uno de los papeles protagónicos se le dio a Emmanuelle Seigner, la bella actriz francesa que interpretaba a la voluptuosa Mimi y quien es su esposa desde hace 27 años.